sábado, 6 de marzo de 2010

Más de Jean Cocteau


"El loco que no parece loco. El loco no es nunca sospechoso. Cuando escribí que Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo, no bromeaba. El pecado-tipo contra el Espíritu, ¿no consiste en ser espiritual? No era una humorada, era síntesis; el resumen de un estudio que me niego a escribiry que otros escribirán algún día. El papel del poeta no es probar, sino afirmarsin aportar ninguna de las pruebas embarazosas que posee y de las que depende su afirmación. Más adelante, el lento descubrimiento de esas pruebas da al poeta [...]"


Fragmento de: Opio. Diario de una desintoxicación.
y además un poema:


Nocturno


Rosa de invierno ida a otra parte

dime dónde has estado.

Europa, la de varios colores

cambia el lugar de los veranos.


La rosa, de la cual hablo a menudo,

adorna con el ancla y la borla,

a Vénus hecha como una perla

plegado por siempre sus faldas.


Tal compromiso, de carne y espuma,

forma los más extraños nudos

entre peces espinosos

y, Venus, tus palomas emplumadas.


En el boscaje de mis huesos,

en el árbol azul de mis arterias,

mézclense, flores, peces y aves,

tan mal reunidos en la tierra.

*Por cierto la imagen es de Jean con Edith Piaf. Ellos fueron los mejores amigos hasta el día de la muerte de Edith.

Verte más, extrañarte menos.

Te miro, pero no estás
lo que miro es tu reflejo,
como bandera que ondea al viento
difusa
rumores que escuché desde lejos.

Día a día compruebo que el filósofo estaba equivocado
pues te pienso, te pienso, te pienso
pero no estás

Y no he hallado la combinación
para abrir esa barrera
invisible y poderosa como el viento
que me impide llegar a tí,
traerte cual barco de mercader
que llega cargado con cosas valiosas
y cambiarlas por esta inquietud
que me invade incesante.

"Giac
"México, D.F.
mail de contacto: jjfgyc@hotmail.com

“The Black Hole”


Todos los que me conocen saben que mi memoria es muy parecida a un huevo que se cae: todo se concentra en el centro mientras que la periferia, al expandirse, se va diluyendo; o lo que es lo mismo, no retengo mucha información a largo plazo. Esto parecería triste, sobre todo a la hora de recordar mi infancia por ejemplo. Pero no es así; después de todo cuento con la maravillosa perspectiva del ahora (aunque a veces repito preguntas e ideas que ya he expresado con anterioridad ¿cierto Isildur?). A pesar de esto, hay recuerdos que son como las cicatrices: imborrables; y con sólo verlas sabes exactamente cómo y qué sucedió para provocarlas.
Hace un par de semanas comencé a pensar mucho en una película de mi infancia. Lo único que recordaba de ella era un robot situado en la cima de un monte que escrutaba con ojos humanos un valle de sombras y fuego donde gente encapuchada permanecía inmóvil. La imagen me remitía a otras más cercanas: una tarde nublada, un cuarto con las luces encendidas, una puerta cerrada. Curiosamente todas las imágenes se revolvían en los ojos rojizos del robot.
La red es una herramienta poderosa. Sólo tuve que teclear “robot en la cima de un monte” para saber que tal imagen había marcado a varias personas. La película a la que tal escena pertenece se llama The Black Hole, de Disney. Al parecer con la fiebre setentera de Star Wars todos los estudios querían un pedazo del pastel llamado ciencia ficción, y el de Walt no fue la excepción. Sin embargo, The Black hole está más empatada con Odyssey: 2001.
Ayer volví a verla con ojos que llevan a cuestas un poco más de veinte años de imágenes; y, sobre todo, con una mente que, mal que bien, difiere a la del infante que fui alguna vez. Por supuesto la película pierde mucho de su poder ante tal prisma, no obstante la escena final aún me provocó escalofríos. Pero esta vez por una razón distinta. Decía que la peli se empata más con 2001 debido a que busca una aproximación “seria” al género de la ciencia ficción: la trama gira en torno a la obsesión de Dan Holland (renombrado científico y capitán del S.S. Cygnus) que por conocer que hay, o no, en un agujero negro roba la nave que tripulaba para llevar a cabo sus estudios. En media res de tan “simple” idea encontramos a la tripulación del S.S. Palomino que detecta al agujero negro y a la Cygnus próxima a él.
Por supuesto, la tripulación se da a la tarea de investigar a la nave “perdida” y así conoce a Holland y su plan: llevar a Cygnus al agujero e investigar más allá de los confines de éste. El resto de la historia versa en torno al escape de la tripulación del Palomino y las artimañas para evitarlo por parte del Dr. Holland y el robot Maximilian.
El final mezcla fantasía y ciencia: una vez atravesado en el horizonte del agujero negro nada puede escapar, y el Palomino no es la excepción. Sin embargo, contrario a lo que los buenos científicos han comprobado, no hay destrucción total en segundos; en su lugar hay una región extraña. Una lectura podría ser la de un Universo paralelo; pero creo que la idea que propone la película es muy explícita: Infierno.
Infante y adulto tiemblan de nuevo ante los ojos del robot. Ahora sé que es una fusión entre Holland y Maximilian; entre humano y tecnología; una fusión que lo empata con el demonio mismo: el humano en su afán de destrozar los secretos de Dios se vale de la tecnología y se entrega furioso a develar los secretos del cosmos. Esto parece confirmarse cuando el S.S. Palomino cruza una especie de puerta de catedral de cristal dirigido por una figura medio fantasmal, medio angelical; y sale de tan horrible valle de sombras y fuego para entrar en un Universo puro y a la sombra de un planeta en el que el amanecer está comenzando.
El infante tembló ante la idea del Infierno, el adulto ante la idea de que se usará una peli de ciencia ficción para mandar el mensaje de que el afán de saber sólo puede llevar al Infierno.


"M serin"
Morelos, México