sábado, 6 de marzo de 2010

“The Black Hole”


Todos los que me conocen saben que mi memoria es muy parecida a un huevo que se cae: todo se concentra en el centro mientras que la periferia, al expandirse, se va diluyendo; o lo que es lo mismo, no retengo mucha información a largo plazo. Esto parecería triste, sobre todo a la hora de recordar mi infancia por ejemplo. Pero no es así; después de todo cuento con la maravillosa perspectiva del ahora (aunque a veces repito preguntas e ideas que ya he expresado con anterioridad ¿cierto Isildur?). A pesar de esto, hay recuerdos que son como las cicatrices: imborrables; y con sólo verlas sabes exactamente cómo y qué sucedió para provocarlas.
Hace un par de semanas comencé a pensar mucho en una película de mi infancia. Lo único que recordaba de ella era un robot situado en la cima de un monte que escrutaba con ojos humanos un valle de sombras y fuego donde gente encapuchada permanecía inmóvil. La imagen me remitía a otras más cercanas: una tarde nublada, un cuarto con las luces encendidas, una puerta cerrada. Curiosamente todas las imágenes se revolvían en los ojos rojizos del robot.
La red es una herramienta poderosa. Sólo tuve que teclear “robot en la cima de un monte” para saber que tal imagen había marcado a varias personas. La película a la que tal escena pertenece se llama The Black Hole, de Disney. Al parecer con la fiebre setentera de Star Wars todos los estudios querían un pedazo del pastel llamado ciencia ficción, y el de Walt no fue la excepción. Sin embargo, The Black hole está más empatada con Odyssey: 2001.
Ayer volví a verla con ojos que llevan a cuestas un poco más de veinte años de imágenes; y, sobre todo, con una mente que, mal que bien, difiere a la del infante que fui alguna vez. Por supuesto la película pierde mucho de su poder ante tal prisma, no obstante la escena final aún me provocó escalofríos. Pero esta vez por una razón distinta. Decía que la peli se empata más con 2001 debido a que busca una aproximación “seria” al género de la ciencia ficción: la trama gira en torno a la obsesión de Dan Holland (renombrado científico y capitán del S.S. Cygnus) que por conocer que hay, o no, en un agujero negro roba la nave que tripulaba para llevar a cabo sus estudios. En media res de tan “simple” idea encontramos a la tripulación del S.S. Palomino que detecta al agujero negro y a la Cygnus próxima a él.
Por supuesto, la tripulación se da a la tarea de investigar a la nave “perdida” y así conoce a Holland y su plan: llevar a Cygnus al agujero e investigar más allá de los confines de éste. El resto de la historia versa en torno al escape de la tripulación del Palomino y las artimañas para evitarlo por parte del Dr. Holland y el robot Maximilian.
El final mezcla fantasía y ciencia: una vez atravesado en el horizonte del agujero negro nada puede escapar, y el Palomino no es la excepción. Sin embargo, contrario a lo que los buenos científicos han comprobado, no hay destrucción total en segundos; en su lugar hay una región extraña. Una lectura podría ser la de un Universo paralelo; pero creo que la idea que propone la película es muy explícita: Infierno.
Infante y adulto tiemblan de nuevo ante los ojos del robot. Ahora sé que es una fusión entre Holland y Maximilian; entre humano y tecnología; una fusión que lo empata con el demonio mismo: el humano en su afán de destrozar los secretos de Dios se vale de la tecnología y se entrega furioso a develar los secretos del cosmos. Esto parece confirmarse cuando el S.S. Palomino cruza una especie de puerta de catedral de cristal dirigido por una figura medio fantasmal, medio angelical; y sale de tan horrible valle de sombras y fuego para entrar en un Universo puro y a la sombra de un planeta en el que el amanecer está comenzando.
El infante tembló ante la idea del Infierno, el adulto ante la idea de que se usará una peli de ciencia ficción para mandar el mensaje de que el afán de saber sólo puede llevar al Infierno.


"M serin"
Morelos, México

2 comentarios:

  1. puse la imagen del jueguito, para que se acuerden de él.

    ResponderEliminar
  2. Hablando de memoria.
    Fenómeno interesante.
    Al leer esta entrada fui atacado (nuevamente) por el recuerdo de seres amarillos con cara de pato de característico elitismo que entraban y salían de una máquina que les pintaba y borraba estrellas en la panza según su conveniencia y he vivido por más de una década sin saber su nombre, en repetidas ocasiones (cuando esas imágenes acechaban la memoria) intentando que algún conocido me iluminara y explicándole la historia de estos seres quienes además vivían en la playa.

    Creo que la primera vez (y probablemente la única) que los vi fue en un canal local de televisión cuya programación abarca desde documentales, hasta noticieros en lengua maya, pasando por las aventuras de una mascota de beisbol (Leoncio en tu municipio). Y en una de esas programaciones, que resultan prácticamente aleatorias, tuvieron a bien proyectar este no tan célebre cuento (no tanto como el Grinch) del Dr. Seuss, llamado “The Sneetches” (gracias Google). Historia que si bien está manufacturada para niños, es una crítica al racismo y elitismo en unos cuasi-estúpidos 12 minutos. No recuerdo la edad, pero sé que han sido muchos años con esas imágenes rondando mi cabeza.
    En pleno debraye agradezco haberme sacado esa maldita espina del cerebro y envío un gran saludo.
    Links para ver la caricatura (si tienen 12 minutos de ocio):
    http://www.youtube.com/watch?v=Ln3V0HgW4eM
    http://www.youtube.com/watch?v=s0LgMpfLD1Y&feature=related

    ResponderEliminar