Si uno piensa en cómo se conforma la sociedad la respuesta obvia es que depende el tipo de sociedad y por supuesto que ésta es multifacética. Una buena respuesta, pero cobarde a la vez. La verdad es que cualquier sociedad se compone, primariamente, por dicotomía: Hombre-Mujer, Yo- el Otro, Débil- Fuerte. Tal composición viene de nuestra herencia animal. El fin primario de toda especie en este globo terráqueo es sobrevivir y para ello debe devorar otras especies, tal es nuestra suerte y cruel devenir. Ahora bien el ser humano no se conforma con sobrevivir, necesita una autoafirmación de su yo. Para ello crea esta aparente sencilla dicotomía en la que confluye rito, competencia y burla.
No es de extrañar entonces que un producto sociocultural como el deporte competitivo extienda su red más allá de la esfera que le corresponde: permea de tal forma en la sociedad que se construye un comportamiento cultural alrededor de éste. Ejemplo: el mexicano sabe que poner las palabras: chiva y águila; juntas implica algo más que sólo dos equipos de fútbol.
Ahora bien si hasta aquí estamos de acuerdo, y has leído entre líneas debes estar dándote cuenta de que el ser humano siempre buscará la forma de afirmar su ser sobre el de otros seres humanos, así se crean los nacionalismos, los fanatismos, los racismos, etc.
¿Qué tiene que ver esto con Pedrito (el ni mergas)? Octavio paz habla del mexicano como hijo de la chingada, quizá no haya un ejemplo más claro que el mexicano para hablar acerca de dicotomías: nosotros buscamos chingar y evitamos a toda costa ser los chingados. Pues bien, el video original de Pedrito data del 27 de agosto del 2007 y cuenta con un total de 718216 visitas. El video de youtube, con una duración de 1:42 minutos, capta a un joven de playera amarilla que tiene la mala suerte de encontrarse frente a frente con una patrulla; sí, mala suerte porque va alcoholizado y además lleva una bolsa negra llena de “cheves”. Entre las curiosidades del video está la frase “Ni mergas”; frase por la cual sería conocido el video y demás spin-offs. Esta frase junto a un comportamiento que reta a la ley nos revienta de risa; mas no burlona. Al contrario si uno revisa los comentarios la gran mayoría dice cosas como: “que viva Pedrito, me identifico con ese vato”, o bien repiten las frases de Pedrito como grito de guerra.
Fenómeno curioso, nos encontramos con un claro ejemplo de un chingado y nos identificamos con él y lo colocamos como un estandarte. ¿Acaso todo el mexicano se sabe chingado de antemano? ¿Optamos por colocarnos en el peldaño bajo de la dicotomía? ¿Qué pasa con Pedrito? La voz de ese “vato” retrata la angustia del mexicano que no pretende más que seguir su camino. Pedrito exige los pinches envases para irse, ha sido agredido, gritado y revolcado…mas lo único que desea es irse ya. Al no obtener respuesta satisfactoria, entonces sí exige una explicación: “dígame, wey, dígame” un dígame que más de uno hemos tenido las ganas de pronunciar y sin embargo optamos por agachar la cabeza.
Así, Pedrito el chingado despierta en nosotros un sentimiento de empatía, un sentimiento que si bien no nos exime del famoso “qué bueno que no fui yo” si nos vuelve magnánimos y nos hace ver de forma misericordiosa al chingado y no festejar su mala suerte.
Triste pero cierto, en Pedrito más de uno ha encontrado un alter-ego, una afirmación de su yo, hay entre los comentarios quién ha dicho “yo me he puesto igual o peor”, “se pasan de verga los patrulleros, se la dan de muy vergas los culeros pero a mí me la pelan y me la maman”. El mexicano siempre buscará chingar al prójimo, con albures, con desprecios, con exhibicionismo de fuerza, de dinero etc. Pero siempre, como bien ha señalado Paz, el mexicano reconocerá que frente a la autoridad no le queda más remedio que ser el chingado, nuestro trauma colonial ahora exportado a nivel internacional por la maravilla de la red
"M serin"
Morelos, México
No es de extrañar entonces que un producto sociocultural como el deporte competitivo extienda su red más allá de la esfera que le corresponde: permea de tal forma en la sociedad que se construye un comportamiento cultural alrededor de éste. Ejemplo: el mexicano sabe que poner las palabras: chiva y águila; juntas implica algo más que sólo dos equipos de fútbol.
Ahora bien si hasta aquí estamos de acuerdo, y has leído entre líneas debes estar dándote cuenta de que el ser humano siempre buscará la forma de afirmar su ser sobre el de otros seres humanos, así se crean los nacionalismos, los fanatismos, los racismos, etc.
¿Qué tiene que ver esto con Pedrito (el ni mergas)? Octavio paz habla del mexicano como hijo de la chingada, quizá no haya un ejemplo más claro que el mexicano para hablar acerca de dicotomías: nosotros buscamos chingar y evitamos a toda costa ser los chingados. Pues bien, el video original de Pedrito data del 27 de agosto del 2007 y cuenta con un total de 718216 visitas. El video de youtube, con una duración de 1:42 minutos, capta a un joven de playera amarilla que tiene la mala suerte de encontrarse frente a frente con una patrulla; sí, mala suerte porque va alcoholizado y además lleva una bolsa negra llena de “cheves”. Entre las curiosidades del video está la frase “Ni mergas”; frase por la cual sería conocido el video y demás spin-offs. Esta frase junto a un comportamiento que reta a la ley nos revienta de risa; mas no burlona. Al contrario si uno revisa los comentarios la gran mayoría dice cosas como: “que viva Pedrito, me identifico con ese vato”, o bien repiten las frases de Pedrito como grito de guerra.
Fenómeno curioso, nos encontramos con un claro ejemplo de un chingado y nos identificamos con él y lo colocamos como un estandarte. ¿Acaso todo el mexicano se sabe chingado de antemano? ¿Optamos por colocarnos en el peldaño bajo de la dicotomía? ¿Qué pasa con Pedrito? La voz de ese “vato” retrata la angustia del mexicano que no pretende más que seguir su camino. Pedrito exige los pinches envases para irse, ha sido agredido, gritado y revolcado…mas lo único que desea es irse ya. Al no obtener respuesta satisfactoria, entonces sí exige una explicación: “dígame, wey, dígame” un dígame que más de uno hemos tenido las ganas de pronunciar y sin embargo optamos por agachar la cabeza.
Así, Pedrito el chingado despierta en nosotros un sentimiento de empatía, un sentimiento que si bien no nos exime del famoso “qué bueno que no fui yo” si nos vuelve magnánimos y nos hace ver de forma misericordiosa al chingado y no festejar su mala suerte.
Triste pero cierto, en Pedrito más de uno ha encontrado un alter-ego, una afirmación de su yo, hay entre los comentarios quién ha dicho “yo me he puesto igual o peor”, “se pasan de verga los patrulleros, se la dan de muy vergas los culeros pero a mí me la pelan y me la maman”. El mexicano siempre buscará chingar al prójimo, con albures, con desprecios, con exhibicionismo de fuerza, de dinero etc. Pero siempre, como bien ha señalado Paz, el mexicano reconocerá que frente a la autoridad no le queda más remedio que ser el chingado, nuestro trauma colonial ahora exportado a nivel internacional por la maravilla de la red
"M serin"
Morelos, México
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