Una vez un joven viajaba en autobús, no sabía hacia donde se dirigía ni por qué viajaba, no es que tuviera dinero de sobra como para "tirarlo a la basura" en un viaje sin significado alguno, tampoco se trataba de una de esas situaciones donde el estrés citadino nos orilla hacia alguna válvula de escape (para algunos un viaje, para otros disparar desde el techo de un edificio); el joven viajaba sin razón y sin dinero hacia un lugar que ya conocía y que seguramente no le traería ninguna sorpresa.
Pasaron dos horas, durante esas horas leyó dos poemas que jamás pudo descifrar, visitó el baño dos veces, dibujó dos fantasmas y una carita feliz en el vidrio usando la condensación como lienzo y el dedo como pincel; salió de pesca de amistades usando su sonrisa como carnada y su mirada como caña pero nadie en el autobús le regresó la mirada. Notó que la gente a su alrededor si tenían a donde ir, si tenían dinero, tenían compañía y al parecer sí necesitaban una válvula de escape a su vida citadina, el joven imaginó como debía ser la vida de las personas que se encontraban en su campo visual, pensaba "este seguramente trabaja en oficinas, asciende apuñalando por la espalda a los demás" después decía "esa de allá seguramente trabaja como ingeniera en una empresa de computadoras y está harta de estar rodeada por nerds" y "esos de ahí son estudiantes y en cuanto bajen del autobús buscarán drogas".
El joven de repente sintió movimientos extraños en el camión, muy parecidos a la vez cuando tenía 7 años y subió a la rueda de la fortuna con su primo, y el juego mecánico sufrió un percance y tuvieron que estar más de 40 minutos en la parte más alta sin poder hacer nada más que esperar; el joven sonrió por la similitud de su reacción comparada a aquella vez y sintió un movimiento brusco de parar en seco, el chofer dijo "necesitamos gasolina y cambiar una llanta, pasajeros por favor bajen del autobús".
Pasaron dos horas, durante esas horas leyó dos poemas que jamás pudo descifrar, visitó el baño dos veces, dibujó dos fantasmas y una carita feliz en el vidrio usando la condensación como lienzo y el dedo como pincel; salió de pesca de amistades usando su sonrisa como carnada y su mirada como caña pero nadie en el autobús le regresó la mirada. Notó que la gente a su alrededor si tenían a donde ir, si tenían dinero, tenían compañía y al parecer sí necesitaban una válvula de escape a su vida citadina, el joven imaginó como debía ser la vida de las personas que se encontraban en su campo visual, pensaba "este seguramente trabaja en oficinas, asciende apuñalando por la espalda a los demás" después decía "esa de allá seguramente trabaja como ingeniera en una empresa de computadoras y está harta de estar rodeada por nerds" y "esos de ahí son estudiantes y en cuanto bajen del autobús buscarán drogas".
El joven de repente sintió movimientos extraños en el camión, muy parecidos a la vez cuando tenía 7 años y subió a la rueda de la fortuna con su primo, y el juego mecánico sufrió un percance y tuvieron que estar más de 40 minutos en la parte más alta sin poder hacer nada más que esperar; el joven sonrió por la similitud de su reacción comparada a aquella vez y sintió un movimiento brusco de parar en seco, el chofer dijo "necesitamos gasolina y cambiar una llanta, pasajeros por favor bajen del autobús".
Continuará…
"gEEEERa"
Guadalajara, Jalisco, México.
Me hace falta un viaje así, uno de esos.
ResponderEliminarNo puedo detenerme a pensar con claridad porque tal vez el peso que ahora cargo a mis espaldas es abrumador.
Necesito un viaje así.