Encontré unos bosquejos de algo que estaba escribiendo hace mucho pero nunca pude acabar; el plan es que este texto termine siendo algo útil, tengo algunas partes más sin embargo me estanqué. Veremos si esto puede progresar; mientras aquí les dejo la primera parte, capítulo o lo que sea.
Parte 1
Las tribus africanas que habitan los grandes desiertos han desarrollado un sistema de recolección del agua muy eficaz. A veces la lluvia no aparece hasta después de varios meses de sequía, convirtiendo a estos pueblos en grandes observadores. Ellos obtienen el líquido vital por medio de tubérculos. Para esto es necesario escarbar la tierra, veamos la técnica que utilizan...
“Hummm...tubérculos. Se ven tan jugosos...Ummm...tubérculos”.
-Mamá, ¿por qué aquí no hay tubérculos?
-¡Ay! Estelita, ¿Cómo lo voy a saber?
-En la tele unos hombrecillos tomaban agua de tubérculos...Se veían tan contentos.
-¿Quiénes?
-Pues los hombres, ni que los tubérculos. ¿Existen tubérculos sonrientes?
-¡Mijita! ¡Aquí solo hay sandías y que te aprovechen!
Estelita se encerró en su cuarto al saber que las sandías acaparaban el mercado de los alimentos sustanciosos y no los tubérculos. Era la segunda desilusión más grande de su infancia; la primera fue cuando los Reyes Magos le trajeron un conejo de felpa en lugar de la máquina de helados que tanto había deseado. De ahí en adelante, Estelita fue creciendo rodeada de frustraciones porque las mujeres no eran iguales a los hombres, porque la población mundial prefería a los perros y no a los gatos, por el dinero, por los socialistas, por la religión, por el cielo y el infierno, por el Papa, por los apóstoles, por el Espíritu Santo, por la Santísima Trinidad, por el Perpetuo Socorro, por todo lo que terminara con el sufijo ísimo...
Cuando Estela cumplió dieciocho años, ingresó a la universidad más costosa de la ciudad. Tenía por amistades a los hijos de burgueses pudientes, políticos y empresarios. Más al parecer el dinero no era suficiente; sufría de intensos dolores de cabeza causados por la abulia que le producían las conversaciones con ellos. Un día se dio cuenta que los mareos no los causaban sus amigos sino el licor, fiel acompañante de sus reuniones. Sumergida en sueños veía a los hombres del desierto raspando tubérculos, luego estos apachurraban los montoncitos de fibra obtenidos, dejando escurrir el agua entre sus manos para luego bañarse los labios con aquella cascada refrescante. Una sed enorme invadió el cuerpo de Estela, haciéndola salivar como si hubiera visto un iceberg en medio de monumentales dunas de arena.
-Soñé con unos tubérculos...
-Ya vas a empezar con esas cosas hija, aquí solamente hay sandías.
-Lo sé. Pero si los hubieras visto.
-¡Entiéndelo de una vez, las porquerías esas nunca van a llegar a nuestro país!-gritó la madre de Estela.
-Pues así tenga que mover cielo y tierra, cambiar la política del país o fundar una nueva religión, verás como si llegan los tubérculos a México.
-¡Le digo que no es papa, ni remolacha! Son otros tubérculos provenientes de Nambia.
-Señorita no se de que me habla.
-¡Estela, ya deja eso, mejor salgamos de aquí!
-Pero se lo prometí a mi madre...
Quince minutos después, Estela y su amigo de la semana abandonaron la verdulería. Cavilando razones verosímiles que explicaran su fracaso, no entendió como la vida se encaprichaba en hacerla infeliz. No eran los tubérculos lo que la mortificaban, era la suma de lo malogrado de su existencia. Era su familia, sus amigos de fiestas, sus pretendientes, los verduleros, la universidad, la sociedad; finalmente el país entero. “Algún día levantarán una escultura en mi honor y en cada libro de historia universal aprenderán mi nombre”
-Me voy a cambiar de carrera, ¡quiero estudiar Ciencias Políticas!
-¡Estela! En que demonios piensas. – le reclamó su madre. – ¡Dile algo a tu hija Raúl!
-¡Felicidades! Ya nos hacía falta un político en la familia.
-¡No le hagas caso a tu padre! Con la edad desvaría. ¿Porque no puedes estudiar algo normal como tus hermanas?
-Psicología, derecho y odontología ¿te parecen normales? Una va para loca, la otra para ladrona y la última directo al suicidio. ¡No madre! Yo defenderé al oprimido y crearé una ciudadanía donde gobierne la equidad.
-¡Llama al loquero Raúl!-gritó la madre.
-¡Déjala! Si realmente estuviera desequilibrada se iría de bióloga a estudiar tubérculos al África. Agradece mujer...agradece.
"Almandarina"
Parte 1
Las tribus africanas que habitan los grandes desiertos han desarrollado un sistema de recolección del agua muy eficaz. A veces la lluvia no aparece hasta después de varios meses de sequía, convirtiendo a estos pueblos en grandes observadores. Ellos obtienen el líquido vital por medio de tubérculos. Para esto es necesario escarbar la tierra, veamos la técnica que utilizan...
“Hummm...tubérculos. Se ven tan jugosos...Ummm...tubérculos”.
-Mamá, ¿por qué aquí no hay tubérculos?
-¡Ay! Estelita, ¿Cómo lo voy a saber?
-En la tele unos hombrecillos tomaban agua de tubérculos...Se veían tan contentos.
-¿Quiénes?
-Pues los hombres, ni que los tubérculos. ¿Existen tubérculos sonrientes?
-¡Mijita! ¡Aquí solo hay sandías y que te aprovechen!
Estelita se encerró en su cuarto al saber que las sandías acaparaban el mercado de los alimentos sustanciosos y no los tubérculos. Era la segunda desilusión más grande de su infancia; la primera fue cuando los Reyes Magos le trajeron un conejo de felpa en lugar de la máquina de helados que tanto había deseado. De ahí en adelante, Estelita fue creciendo rodeada de frustraciones porque las mujeres no eran iguales a los hombres, porque la población mundial prefería a los perros y no a los gatos, por el dinero, por los socialistas, por la religión, por el cielo y el infierno, por el Papa, por los apóstoles, por el Espíritu Santo, por la Santísima Trinidad, por el Perpetuo Socorro, por todo lo que terminara con el sufijo ísimo...
Cuando Estela cumplió dieciocho años, ingresó a la universidad más costosa de la ciudad. Tenía por amistades a los hijos de burgueses pudientes, políticos y empresarios. Más al parecer el dinero no era suficiente; sufría de intensos dolores de cabeza causados por la abulia que le producían las conversaciones con ellos. Un día se dio cuenta que los mareos no los causaban sus amigos sino el licor, fiel acompañante de sus reuniones. Sumergida en sueños veía a los hombres del desierto raspando tubérculos, luego estos apachurraban los montoncitos de fibra obtenidos, dejando escurrir el agua entre sus manos para luego bañarse los labios con aquella cascada refrescante. Una sed enorme invadió el cuerpo de Estela, haciéndola salivar como si hubiera visto un iceberg en medio de monumentales dunas de arena.
-Soñé con unos tubérculos...
-Ya vas a empezar con esas cosas hija, aquí solamente hay sandías.
-Lo sé. Pero si los hubieras visto.
-¡Entiéndelo de una vez, las porquerías esas nunca van a llegar a nuestro país!-gritó la madre de Estela.
-Pues así tenga que mover cielo y tierra, cambiar la política del país o fundar una nueva religión, verás como si llegan los tubérculos a México.
-¡Le digo que no es papa, ni remolacha! Son otros tubérculos provenientes de Nambia.
-Señorita no se de que me habla.
-¡Estela, ya deja eso, mejor salgamos de aquí!
-Pero se lo prometí a mi madre...
Quince minutos después, Estela y su amigo de la semana abandonaron la verdulería. Cavilando razones verosímiles que explicaran su fracaso, no entendió como la vida se encaprichaba en hacerla infeliz. No eran los tubérculos lo que la mortificaban, era la suma de lo malogrado de su existencia. Era su familia, sus amigos de fiestas, sus pretendientes, los verduleros, la universidad, la sociedad; finalmente el país entero. “Algún día levantarán una escultura en mi honor y en cada libro de historia universal aprenderán mi nombre”
-Me voy a cambiar de carrera, ¡quiero estudiar Ciencias Políticas!
-¡Estela! En que demonios piensas. – le reclamó su madre. – ¡Dile algo a tu hija Raúl!
-¡Felicidades! Ya nos hacía falta un político en la familia.
-¡No le hagas caso a tu padre! Con la edad desvaría. ¿Porque no puedes estudiar algo normal como tus hermanas?
-Psicología, derecho y odontología ¿te parecen normales? Una va para loca, la otra para ladrona y la última directo al suicidio. ¡No madre! Yo defenderé al oprimido y crearé una ciudadanía donde gobierne la equidad.
-¡Llama al loquero Raúl!-gritó la madre.
-¡Déjala! Si realmente estuviera desequilibrada se iría de bióloga a estudiar tubérculos al África. Agradece mujer...agradece.
"Almandarina"
Mérida, Yucatán
Me parece muy interesante el envio de textos inconclusos, creo que es una buena oportunidad para elaborar un cadaver exquisito.... ya hasta me dieron ganas de escribir
ResponderEliminarSabes que igual podria ser una buena idea? Que pusieras un cartel en la tienda Gandhi y en Dante, pide permiso a ver si te dejan poner para promocionar el blog... Podria haber mas respuesta del publico.
ResponderEliminarsi eso es una buena idea :)
ResponderEliminarFuera de un par de lugares comunes, me gusta así como está. Por qué no te propones en lugar de hacer algo "más", en ver ya ké hay? Soy adicto a los cuentos cortos, mientras más breves mejor para mí. Así que no me hagas tanto caso.
ResponderEliminarjajajajajajaja si yo igual tengo mis libros de cuentos cortos. Borges hizo una antología muy buena.
ResponderEliminarjajajajajajaja
ResponderEliminar"Si realmente estuviera desequilibrada se iría de bióloga a estudiar tubéculos a África."
jajajajaja
que buen final!!!
suele suceder...
Me encantó este escrito!
que no sé si sea cuento corto o el principio de una novela pero como inicio es muy bueno!