sábado, 16 de enero de 2010

Tomás Eloy Martínez


Camargo no responde.
Aunque siente repugnancia por esas misteriosas secreciones del abdomen de las abejas obreras, pide por la tarde que le lleven un trozo de cualquier panal. Con una lupa, observa una por una las prodigiosas cedillas hexagonales, de paredes fragilísimas y sin embargo elásticas. Le gustaría descubrir, por azar, la larva de alguna reina en ciernes, para clavarle de inmediato un alfiler.
Esa noche no será feliz ni infeliz. La vida se le ha convertido ahora en una sucesión de indiferencias. Quizás algún día, si vuelve a caminar, pase un mes o dos junto al mar y empiece a escribir la novela que desde hace tiempo lleva en la cabeza. Quiere contar la historia de un cantante de voz absoluta, capaz de alcanzar todos los registros, al que una madre satánica, asistida por una tribu de gatos callejeros, le cierra todos los caminos para ser quien es […]

Fragmento de: El Vuelo de la Reina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario