Había estado en pendiente, que las mujeres del pueblo empezaran con los adornos para la fiesta. Muy pocos de los adentrados en el campo, sentían alegría por el suceso. La hija de Chava, Sarita, tenía que unir lazos con un extranjero; extranjero botudo y de muy mala alma, decían las García, dos señoras que en puro chisme se les va la tarde; creerles no me costará.
Iba en tientas, el padrecito, a propagar las últimas para el arreglo del recinto. Una ceremonia que era pura, más pulcra (debía de notarse por los colores), pero he de ahí cuando de bruces al suelo se fue; cuando notó que la mismísima Sarita, se hallaba boca abajo, rodeada de un buen charco de sangre.
"Es que el botudo bien que no la quería, le hizo que la virgen pidiese de su ausencia en la tierra"
"Yo oí por ahí, que le dio un buen balazo, por que no quiso darle su flor antes de tiempo"
"Pa mí que el botudo sólo la quería pa distraerse, pues que se toma, matándonos a nuestra chiquita"
Todo era una cadena de chismes y de palabras cruentas, pero nadie daba razón. Apenas cuatro cuartos de hora, y el padrecito en sí volvió. Tirose de su Biblia y saliendo con rabia en los ojos (más graznidos un cuervo no puede dar), y el padre así grito:
"¡Ése pecador mundano, que profano el cuerpo de esta niña, encuéntrenlo o de Dios en manos de ustedes, caerá justicia, limpia y buena justicia!..."
Bien me cuentan, que llegando a lo que se suponía ser la nueva casa de la pareja, estaba con las puertas a medio guante, como si la hubieran dejado abierta por un buen rato. Hasta el viento ya la azotaba contra paredes, y las cortinas, estaban puestas, como si estuvieran durmiendo y de la luz del día no quisieran ver. A cuatro pasos de la entrada, el cuerpo tirado del botudo, como vil res atropellada, con un agujero en la panza y otros cuantos en la marrana. Pareciese que le quisieran sacar la sangre por hoyitos, ya casi casi por la cabeza, le salía la moronga.
"Que se nos adelantaron, y mataron a este pinche puerco"
Decían en bola los jefes, ya bien puestos con machetes en manos, y con harta sangre caliente hasta por los ojos.
"¡Hay que quemar esta pinche casa, pa que vean que si tenemos pantalones!"
Y ya ahí iban tres morenazos botijones, con las brazas pa quemar hierbas y aventarlas pa dentro, cuando el alma en seco les hizo vuelco, y al Chava encontraran muerto. Muerto bien muerto, por que la parte de abajo de la boca le faltaba, y un plomazo bien metido, entre los ojos del peregrino.
"Ay cabrón dios me socorra, que hay matanza en este pueblo"
Y así pasaron cinco rosarios, cuando en el sexto se apareció una muchachita. De esas que se ven bien comiditas, pero guapas guapas, hasta con rubor en las mejillas. Hasta pareciese que la hubieran hecho a mano. ¡Ay guey! Bonita la muchacha, hermano.
Pero cuando se dirige hacia la iglesia, volteando ella con desdén. Como si miedo le diera que la vieran, pero pues en el pueblo no hay así, ¿quién chingados no la iba a ver?
Postrandose en las puertas de la casa del señor,temblaban sus piernitas que descubiertas iban, pero no de frío, ya que es verano, chance y la niña, de las costas ha llegado. Pero fue bien raro, te cuento, por que entrando a los confesionarios, urgentemente habló de un muerto, y de otros dos que se le cruzaron.
Ya no supe más de ahí, puesto que se le mató solita al padrecito, ahí en el recintito de confesión, puesto que yo oí, ella, atacó vil y a traición. Era mujer del botudo, desde el otro lado había llegado. El botudo bien sabía, que estando casado, en otra muchacha se había fijado. Bien dicen por ahí, no te metas con mujeres malas, yo que sepa quedó ahí, pero las muertes quien no las paga.
Yo me voy ya pa'l arado, por que yo no quiero ver mujeres, ya parece que en este pueblo, puros maricones viviesen.
"Usuario"
Defeño, plutoniano.
Iba en tientas, el padrecito, a propagar las últimas para el arreglo del recinto. Una ceremonia que era pura, más pulcra (debía de notarse por los colores), pero he de ahí cuando de bruces al suelo se fue; cuando notó que la mismísima Sarita, se hallaba boca abajo, rodeada de un buen charco de sangre.
"Es que el botudo bien que no la quería, le hizo que la virgen pidiese de su ausencia en la tierra"
"Yo oí por ahí, que le dio un buen balazo, por que no quiso darle su flor antes de tiempo"
"Pa mí que el botudo sólo la quería pa distraerse, pues que se toma, matándonos a nuestra chiquita"
Todo era una cadena de chismes y de palabras cruentas, pero nadie daba razón. Apenas cuatro cuartos de hora, y el padrecito en sí volvió. Tirose de su Biblia y saliendo con rabia en los ojos (más graznidos un cuervo no puede dar), y el padre así grito:
"¡Ése pecador mundano, que profano el cuerpo de esta niña, encuéntrenlo o de Dios en manos de ustedes, caerá justicia, limpia y buena justicia!..."
Bien me cuentan, que llegando a lo que se suponía ser la nueva casa de la pareja, estaba con las puertas a medio guante, como si la hubieran dejado abierta por un buen rato. Hasta el viento ya la azotaba contra paredes, y las cortinas, estaban puestas, como si estuvieran durmiendo y de la luz del día no quisieran ver. A cuatro pasos de la entrada, el cuerpo tirado del botudo, como vil res atropellada, con un agujero en la panza y otros cuantos en la marrana. Pareciese que le quisieran sacar la sangre por hoyitos, ya casi casi por la cabeza, le salía la moronga.
"Que se nos adelantaron, y mataron a este pinche puerco"
Decían en bola los jefes, ya bien puestos con machetes en manos, y con harta sangre caliente hasta por los ojos.
"¡Hay que quemar esta pinche casa, pa que vean que si tenemos pantalones!"
Y ya ahí iban tres morenazos botijones, con las brazas pa quemar hierbas y aventarlas pa dentro, cuando el alma en seco les hizo vuelco, y al Chava encontraran muerto. Muerto bien muerto, por que la parte de abajo de la boca le faltaba, y un plomazo bien metido, entre los ojos del peregrino.
"Ay cabrón dios me socorra, que hay matanza en este pueblo"
Y así pasaron cinco rosarios, cuando en el sexto se apareció una muchachita. De esas que se ven bien comiditas, pero guapas guapas, hasta con rubor en las mejillas. Hasta pareciese que la hubieran hecho a mano. ¡Ay guey! Bonita la muchacha, hermano.
Pero cuando se dirige hacia la iglesia, volteando ella con desdén. Como si miedo le diera que la vieran, pero pues en el pueblo no hay así, ¿quién chingados no la iba a ver?
Postrandose en las puertas de la casa del señor,temblaban sus piernitas que descubiertas iban, pero no de frío, ya que es verano, chance y la niña, de las costas ha llegado. Pero fue bien raro, te cuento, por que entrando a los confesionarios, urgentemente habló de un muerto, y de otros dos que se le cruzaron.
Ya no supe más de ahí, puesto que se le mató solita al padrecito, ahí en el recintito de confesión, puesto que yo oí, ella, atacó vil y a traición. Era mujer del botudo, desde el otro lado había llegado. El botudo bien sabía, que estando casado, en otra muchacha se había fijado. Bien dicen por ahí, no te metas con mujeres malas, yo que sepa quedó ahí, pero las muertes quien no las paga.
Yo me voy ya pa'l arado, por que yo no quiero ver mujeres, ya parece que en este pueblo, puros maricones viviesen.
"Usuario"
Defeño, plutoniano.
Excelente cuento, muy a la Juan Rulfo.
ResponderEliminarsr. usuario siempre haciendo cosas interesantes y creativas :D
ResponderEliminar:D
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