Ese día sería uno especial. Lo sintió así desde que despertó. La noche anterior vio llover, se sintió como si del cielo le cayera todo el peso de su soledad en pequeños proyectiles, mientras pensaba en el pasado reciente. La nueva mañana era diferente, estaba tranquilo, incluso feliz, pues al despertar no se sintió solo en la cama como sucedía desde hacia ya algunos meses. Se levantó, tomo un baño y se vistió con una parsimonia que más que floja era pasiva; sentose en el porche de su casa buscando entre la librería de su reproductor musical el soundtrack perfecto para esa mañana. El día era fresco, contrastaba con el verano que, usualmente derrochaba un calor que se mete por debajo de la piel y se pega a la ropa forzando la respiración si se esta mucho tiempo bajo el ardiente sol. Mirando el mundo desde la comodidad de su tranquilidad, decidió que seria bueno estirarse un poco y se lanzó a la aventura de caminar sin rumbo (hacia tanto que no caminaba). Llego a la tienda de la esquina compró una bebida energética y la lotería, sentía que un golpe de suerte caería en su vida de un momento a otro, sí, hoy su suerte cambiaría, lo sentía en el ambiente. Siguió en su travesía sin poner atención realmente en lo que dejaba atrás concentrado en los sonidos que emanaban de los audífonos hasta que de pronto se encontró frente al pequeño cine que solía visitar con su ex pareja. No se extraño de estar ahí, pues le gustaba la pequeña fuente que se encontraba frente a éste, así que se sentó en ella echando la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos. Y espero. Sintió el viento golpear su rostro y se dio cuenta que estaba viendo el mundo de una forma diferente, en realidad era una forma que ya conocía pero tenia tanto tiempo sin sentirla que le pareció nueva (sin duda, el tiempo olvida). Todo estaba bien. Abrió los ojos y miro al frente. ¿Qué? ¡No puede ser! ¿Por qué hoy? Justamente hoy, no lo podía creer, no lo quería creer. Era ella, mejor dicho: Ellos.
Hacia tanto, y ahí estaban. Juntos. Parados frente a él, ¿qué hacer? ¿Esconderse? ¿Evitarlos? No, se darían cuenta de la fuga pues a esa hora no había suficiente gente para confundirse, esperar era lo mas sensato sin duda, pues la inmovilidad es el mejor camuflaje. Intentó distraerse mirando a la pareja de la derecha, a la familia que cruzaba la plaza, al pequeño que llegaba con toda su inocencia a jugar en la fuente; cerrar los ojos y perderse en la musica, sí, lo intentó e invariablemente terminaba mirándoles, sin duda estaba nervioso. Pensó que la había olvidado y cada mañana al despertar solo se decía que la costumbre acabaría con el recuerdo, además que secretamente al despertar la quería odiar aun que fuese un poquito.
Hacia tanto, y ahí estaban. Juntos. Parados frente a él, ¿qué hacer? ¿Esconderse? ¿Evitarlos? No, se darían cuenta de la fuga pues a esa hora no había suficiente gente para confundirse, esperar era lo mas sensato sin duda, pues la inmovilidad es el mejor camuflaje. Intentó distraerse mirando a la pareja de la derecha, a la familia que cruzaba la plaza, al pequeño que llegaba con toda su inocencia a jugar en la fuente; cerrar los ojos y perderse en la musica, sí, lo intentó e invariablemente terminaba mirándoles, sin duda estaba nervioso. Pensó que la había olvidado y cada mañana al despertar solo se decía que la costumbre acabaría con el recuerdo, además que secretamente al despertar la quería odiar aun que fuese un poquito.
Carlos Neri
Mexicano radicando en Houston, Texas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario