Parece que fue ayer, recuerdas cuando la conociste y te lleno los ojos, cuando decidiste conquistarla y cuanto te costó esto. Recuerdas todos los buenos momentos, y los malos, sobre todo cuando te dejó y el trabajo que pasaste para salir de ese hoyo en que quedaste. Sí, lo recuerdas bien, como fue que cambiaste de amigos, de vida y rutinas. Eso ya es otra historia, pasado (quieres creer).
Fue entonces que ella lo miro, directo a los ojos, con esos sus ojos tan otrora amados. ¿Qué hacer? ¿Cerrar los ojos y apretarlos como si así pudieras esconderte? Los abrió (de nuevo) y ella hablaba con su acompañante quien volteo a mirarle mientras intentaba aproximarse, pero ella lo detuvo. Tal vez quería pelear, después de lo que sucedió la última vez, no era para menos. - seguramente su nariz me recuerda más que su propio cerebro -se dijo. Estas decidido y les miras directo casi desafiante sintiendo cierto mórbido placer. ¿Ellos? Pelean, seguro es por ti. ¡Ah!, no importa es su vida. Ahora él se va y ella te mira. ¿Tú? cierras los ojos echas tu cabeza hacia atrás y te dejas caer en un post-rock que te lleva como hacia el mar. Y te preguntas: ¿Por qué hoy? Precisamente hoy, tan buen día. Piensas por que estas ahí, no sabes no lo recuerdas, solo estás. Abres los ojos y ella esta ahí parada frente a ti y te habla, te dice algo pero no escuchas, la música te lleva y no estas ahí, ella, no esta ahí en tu barco, entre los violines y el viento que sientes en el rostro. En ese instante en que en tu barco el guía grita que ve tierra tú recuerdas porque estas ahí, recuerdas que despertaste por un mensaje que llego a tu teléfono, no conociste el número pero te dejo pensando, así que te levantaste. ¿Ella? Sigue frente a ti, callada, observando tu pequeño trance, como esperando tu respuesta, parece que es tu turno de hablar, sacas tu mp3 y bajas el volumen -¡No me escuchaste!- dijo. Tú solo la miras a los ojos, esos ojos que algún día te hipnotizaron y no sabes que decir, no quieres hablar así que solo dices dos palabras: ¡Pinche sádica! Sonríes y subes el volumen, las gaviotas ya rodean el mástil mayor de tu embarcación ya se siente en el aire el aroma de la costa. Se va el miedo, ya no estás nervioso, vuelve la felicidad y comprendes, ahora lo sabes: Ya no te importa, te dejo de importar. No puedes dejar de sonreír...
Tienes un nuevo mensaje en tu celular. Abres los ojos con dificultad, no estás acostumbrado a despertar a esas horas pero hoy te sientes plenamente descansado y no tienes sueño. Que extraño, no conoces el numero así que abres el mensaje sin esperar mucho: "Ve a la fuente que esta frente al cine a las 11:00, te conviene" ¿Que raro, quién será? En realidad no te importa y sonríes pues sientes que este será un buen día.
Carlos Neri
Mexicano radicando en Houston, Texas.
Fue entonces que ella lo miro, directo a los ojos, con esos sus ojos tan otrora amados. ¿Qué hacer? ¿Cerrar los ojos y apretarlos como si así pudieras esconderte? Los abrió (de nuevo) y ella hablaba con su acompañante quien volteo a mirarle mientras intentaba aproximarse, pero ella lo detuvo. Tal vez quería pelear, después de lo que sucedió la última vez, no era para menos. - seguramente su nariz me recuerda más que su propio cerebro -se dijo. Estas decidido y les miras directo casi desafiante sintiendo cierto mórbido placer. ¿Ellos? Pelean, seguro es por ti. ¡Ah!, no importa es su vida. Ahora él se va y ella te mira. ¿Tú? cierras los ojos echas tu cabeza hacia atrás y te dejas caer en un post-rock que te lleva como hacia el mar. Y te preguntas: ¿Por qué hoy? Precisamente hoy, tan buen día. Piensas por que estas ahí, no sabes no lo recuerdas, solo estás. Abres los ojos y ella esta ahí parada frente a ti y te habla, te dice algo pero no escuchas, la música te lleva y no estas ahí, ella, no esta ahí en tu barco, entre los violines y el viento que sientes en el rostro. En ese instante en que en tu barco el guía grita que ve tierra tú recuerdas porque estas ahí, recuerdas que despertaste por un mensaje que llego a tu teléfono, no conociste el número pero te dejo pensando, así que te levantaste. ¿Ella? Sigue frente a ti, callada, observando tu pequeño trance, como esperando tu respuesta, parece que es tu turno de hablar, sacas tu mp3 y bajas el volumen -¡No me escuchaste!- dijo. Tú solo la miras a los ojos, esos ojos que algún día te hipnotizaron y no sabes que decir, no quieres hablar así que solo dices dos palabras: ¡Pinche sádica! Sonríes y subes el volumen, las gaviotas ya rodean el mástil mayor de tu embarcación ya se siente en el aire el aroma de la costa. Se va el miedo, ya no estás nervioso, vuelve la felicidad y comprendes, ahora lo sabes: Ya no te importa, te dejo de importar. No puedes dejar de sonreír...
Tienes un nuevo mensaje en tu celular. Abres los ojos con dificultad, no estás acostumbrado a despertar a esas horas pero hoy te sientes plenamente descansado y no tienes sueño. Que extraño, no conoces el numero así que abres el mensaje sin esperar mucho: "Ve a la fuente que esta frente al cine a las 11:00, te conviene" ¿Que raro, quién será? En realidad no te importa y sonríes pues sientes que este será un buen día.
Carlos Neri
Mexicano radicando en Houston, Texas.
yeah, el desenlace estuvo bonito, me gusta porque me recuerda de cierta manera una situación que me platicó un amigo hace unos dias, felicidades que buena redacción
ResponderEliminarMuy Bueno, muy bueno! Realmente me meti en la historia...me identifique cn el personaje...jeje, aunque no me haya pasado iwal xDDD sigue escriiboteando!
ResponderEliminar=D
=0
ResponderEliminarbuenisimo, gracias por meterme tanto en tu cuento, y esque me parecio algo familiar, tu sabes soy de esas personas que me molesta cuando me hablan y disfruto de un buen rock. espero leer mas de tus cuentos
Muchas gracias a todos por los comentarios, es un gusto sean de su agrado mis letras.
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