jueves, 24 de diciembre de 2009

Las ventajas del manicure (parte 3 y final)

(3)

“Por favor deje su mensaje al escuchar el tono”
-Álvaro, necesito tu ayuda, tengo un gran problema. Llámame.

Miraba a Marissa con asombró ¿Cómo le habrá hecho para escaparse? ¿Qué demonios lee? Memín Pingüín. Luego veremos a las personas caminar por la calle con camisas con: “Memín Pingüín, Héroe Nacional”. Héroe Nacional, mis polainas, y eso que no las uso, pero no importa. ¿Qué hizo de relevante el Memín ese? Nada, o como diría mi ex-maestro, Josefino, no hizo algo.
-¿Y cuál es el problema?
-Ese- le respondí a Álvaro, mientras señalaba a Marissa con el dedo.
-Yo no le veo ningún inconveniente, al contrario me parece una mujer perfecta.
-¿Perfecta? No la conoces.
-Bueno vamos a mi departamento y ahí lo discutimos, no quiero estar a media calle peleando.

¿Como le hace tanta suciedad e inmundicia para caber en un espacio tan pequeño? El departamento de Álvaro parecía ser un criadero de porquería. Usaba las cubetas de pintura como sillas, la caja de la TV como mesa, las botellas de cerveza eran los adornos florales y la televisión servía de acumulador para la ropa sucia. Imagino que las ratas y las cucarachas eran las mascotas, para ellas esto debía ser el paraíso. Opté por omitir la imagen mental de la cama, no quería otórgale material de calidad a mis pesadillas. Cuando Álvaro me preguntó donde iba a dormir, preferí el insomnio a entregarme al sueño, debía vigilar que los insectos no me usaran de nido. Y mientras Álvaro y Marissa se encerraban en la recámara yo hojeaba los cuadernos viejos de apuntes literarios. “Diario” Es raro ver a un hombre con un diario. Sin pensarlo dos veces me decidí a hojearlo, además eso me iba a mantener despierta.

Porque no quisiste hacer fuego
con nuestras miradas,
ni siquiera celos despierto,
mucho menos cariño incierto.

Tus ojos no me miran
Y yo deseo tu cuerpo,
Mas tú no me das un beso

Tus ojos me miran
Únicamente con tedio
Por no saber si me quisiste,
O de quererme te arrepentiste

¿Debo acaso seguir esperando
o morirme en el intento?

Me lo dedicó a mí. Álvaro enamorado y precisamente de alguien como yo, simplemente no era algo fácil de digerir. Y al mismo tiempo, mientras pensaba en un futuro con él, éste al parecer dejaba a un lado sus poemas para ofrendarle nuevos versos a Marissa. Ni José Arcadio y Rebeca hicieron tanto escándalo en Macondo, los superaban los gritos provenientes de la recámara. Tapé mis oídos para que no me explotaran. “Me amaba, si como no” En ese instante reaccioné ante el engaño, Marissa no era la mujer sabia como yo creía, leía únicamente historietas, mascaba chicle como camionera, se había escapado sin preocuparse por buscar un atuendo para encubrir su identidad y se acostaba con el primer hombre que le ofrecía asilo. Marissa era una zorra y punto final. Y Álvaro un hombre pensante pero justamente con el cerebro que tenía entre las piernas. “Basta de tanta mugre, estas han sido las peores vacaciones de mi vida”. Y así sin despedirme, salí del departamento, matando cucarachas con los pies, cerrando la puerta de un episodio tan absurdo como el día cuando Misko se convirtió en director de la facultad.

-Y dígame señorita, que barniz le ponemos a esas uñas.
-Rojo, a mi esposo le encanta ese color.
-Excelente decisión, precisamente me acaba de llegar un tono...
-Está precioso, le voy a decir a mi Susie que lo vea también. ¿Como me luce?
-Ratita a ti todo te queda incre’.

“Señoras, a ver un poco de silencio para escuchar las noticias”

“Ayer las autoridades federales capturaron a la amante del narcotraficante Zamir Abud, implicada en la muerte del juez de la suprema corte... Todo fue una coincidencia, pues los vecinos del departamento 244 llamaron a la policía debido al escándalo que provenía del interior. Los oficiales jamás se imaginaron encontrar a Marissa García en una situación tan comprometedora”

-La cacharon en la maroma- dijo el estilista.
-A ella y al exconvicto. Ese hombre mató al director de su carrera o algo así me chismearon; Susie, hacemos bien en no mezclarnos con ese tipo de gente.
-Terminé con sus manos Doña Paula, ya no puedo seguir con sus pies.
-¿Pero porque, niña?
-Debo ir alimentar a mi gato. Lo dejé sin comer esta mañana.
-¿Y como se llama?
-Misko II, porque el primero murió hace mucho tiempo.


"Almandarina"
Yucatán, Méxicooou

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