lunes, 21 de diciembre de 2009

Las ventajas del manicure (parte 2)


He pasado once años de mi vida en una celda, culpada por asesinar al director, Álvaro también está preso. Los dos esperamos algún día ser absueltos de cargos tan absurdos, pero en un país como el nuestro lo imposible se hace tangible. Durante el transcurso he soportado a mujeres viles, mediocres, insípidas y sin cualidades; por otro lado hay idiotas como yo pagando crímenes sin sentido ni culpa.
Ayer conocí a Marissa, una presidiaría condenada a cadena perpetua, me hablaba como si rozara mis pensamientos, poseía una inteligencia solitaria, única, de la cual yo no tenía anterior conocimiento.

- La vida es un mar de confusiones que parecen tener sentido.
-¿Te parece creíble estar presa por matar a un gato?
- Para mí, pocas cosas parecen funcionar como deben.
-Ni siquiera fue mi culpa, él se asfixió debido a su obesidad.

(2)

Un noviembre dejé la cárcel y tres meses después Álvaro retornó a la realidad conmigo. El absurdo mundo sin barrotes donde muchos permanecen tras las varillas de la enajenación. Sin dinero y con una carrera universitaria a medias me aventuré en busca de trabajo y obtuve el puesto de asistenta ejecutiva (o secretaria, pero ahora ya no se les dice así).

“No, no me gusta nada”.

-¿En donde cabe ser condenado por matar un gato? Además, asistente ejecutiva parece muy simple, ¿porque no mejor manicurista?
-Es ficción, no tiene porque suceder en la realidad. Las personas aman a los perros y a los gatos, para muchos sería un crimen. Y no quiero escribir acerca de una manicurista.
-¡Te digo como hacerlo mejor! Lo del gato no me disgusta, pero la vida de una secretaria suena muy aburrido.

Un noviembre abandoné la prisión y tres meses después Álvaro fue liberado. Comenzar una vida en un mundo enajenado, sin un peso, ni estudios universitarios, no fue tarea fácil. Un muchacho me dio el puesto de manicurista (y pedicurista) en su estética Chic style. Y prefiero no describir las manos de las mujeres, porque más infames me resultaron los pies. Tratándose de cosas desagradables, soportar señoras adineradas con la mentalidad de un simio, no era preferible a estar en la penitenciaría con Marissa y las carceleras hombrunas.
Ahorré 5,000 pesos, planeando unas vacaciones de la moda, el esmalte, las uñas, los callos y los juanetes. Preparé mis maletas, guarde la ropa de verano, un sombrero para cubrir los rayos del sol, las sandalias y una cámara fotográfica technicolor. Pasando la tercera caseta de la carretera con cuota, anocheció. La luna, las estrellas y las luces del coche iluminaban el camino, y la canción “Here comes the sun” se repetía por cuarta vez. “Debí traer más música”. De pronto visualicé el perfil de alguien pidiendo “aventón”, considerando las posibilidades que pudiera tratarse de un asaltante o de un policía tomé la decisión de hacer mi buena acción del año.

-¿Y ahora que piensas? ¿Suena mejor?
- ¿Quiénes cantan “Here comes the sun”?
- Los Beatles.
- ¿Porque no escucha algo más actual?
-Son los Beatles, ¡eso no lo voy a cambiar!

Abrí la puerta del automóvil, y deje a la silueta transformarse en una imagen nítida. “Marissa”. Mi ex-compañera de celda, aún con el uniforme gris y una chamarra (en pleno verano) intentando pasar desapercibida. “¿Que hago” me preguntaba una y otra vez.


Continuará...

"Almandarina"
Yucatán , México.

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